El comienzo del verano siempre trae cosas nuevas y bonitas. El comienzo del verano hace que todos nos quitemos los ropajes, luzcamos morenetes (aquellos que tienen la suerte de disfrutar del sol y/o vacaciones, claro) y salimos a la calle.
El plan parece simple: sigue siendo lo mismo de siempre, el mismo bar, la misma música, la misma ciudad a fin de cuentas, pero... No. Algo cambia. ¿El olor? ¿Un nuevo ambientador? ¿Algún tipo de ingrediente super secreto que le echan a la bebida? No se sabe, pero todos salimos como con más energía a la calle, y sobre todo, los fines de semana.
Y por supuesto, hay gente nueva. Gente que acertadamente escoge tu ciudad para irse de vacaciones. Fue tema de conversación con dos de mis solteritas rodeadas de bebidas con cierto grado alcohólico. Básicamente, la principal cuestión del tema fue 'fichar' a la nueva mercancía. Me recordó a hace años cuando el típico grupo de tíos buenos entraba en el bar donde nosotras estábamos (o al menos un grupo con un 25% de tíos buenos) y nos poníamos como locas a gritar '¡Ganao, ganao!' cómo si estuviésemos en una granja. Bonita adolescencia. En fin, ignorando eso, las solteritas comentaban lo mismo, salvo por el contenido agrícola de la conversación.
Y el grupo de tíos buenos (40%) entró en el lugar, como era previsible, y mis solteritas es volvieron locas (como también lo era). Lo bueno de la historia es que uno de ellos era conocido, que muy amablemente presentó al resto de sus acompañantes.
La noche fue bien, entre baile y baile. Acompañé a una de mis solteritas a por una bebida y allí estaba él. Pensábamos que lo habíamos perdido de vista para siempre, pero no. Estoy hablando de uno de esos atractivos malignos poco recomendables de los que casualmente mi solterita se había venido encaprichando, y que creíamos que se había ido a su exótico país para no volver nunca y que los demás tuviésemos paz de mente. Sí, aquel con el extraordinario parecido al espectácular James Franco, y que a partir de ahora llamaremos así. Pero no. Ahí estaba James Franco, con una de sus típicas camisas a medio desabrochar, el pelo despeinado-peinado y esa cara de persona con confianza en sí misma de sobra. La Solterita tardó poco para quedarse boquiabierta y acercarse a ver si era real. Él, obviamente, la miró con esa mirada que la cala y a los demás nos hace sufrir pensando en el después., y sonrio seductor. Yo ya pensaba que estaba perdida porque me caló hasta a mí por unos segundos (maldito James Franco), pero no, sorprendentemente, la solterita volvió en sus cabales y continuamos a lo nuestro.
James Franco, por supuesto, no se dio por vencido, por alguien pensaba lo contrario. Lo pillamos en miradas y gestos rarunos toda la noche, hasta que, cuando pensábamos que estaba todo perdido y la solterita caería de cabeza en el mismo error, él fue a acercarse a ella, la Solterita le miró fijamente (no creí que fuese capaz de hacerlo) y le gritó: "¡NO ME SEDUCIRÁS, JAMES FRANCO!", para acto seguido, darse media vuelta y dejar al atractivo James Franco con la boca abierta y quizá pensando que una retirada a tiempo siempre habría sido mejor.
1 comentario:
jajajaa! Pon un James Francoen tu vida... Todas tenemos uno maligno!
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