Se que más de una se me echará encima, pero es que esta semana ha sido la semana de Justin Bieber. En parte por la locura colectiva, en parte porque es más inocente que un Sugus; y en parte, pues porque básicamente no ve que tiene un cristal delante (ojo, que él mismo lo reconoce: "Parece que los cristales y yo no funcionamos")
Para empezar, un fotógrafo le acusó de agresión. El tema no estaba claro ya que se empezó a decir que Bieber podría pasar hasta seis meses en la cárcel (pero como es del mismo estátus social de Lindsay Lohan, no iría) y las fans se volvieron locas. Al final el altercado no fue tal, ya que el paparazzi tuvo la genial idea de bloquear con su coche el vehículo del pequeño trovador, haciendo que éste saliese del coche y se enfadara, pero nada de agresión. Las beliebers pudieron respirar en paz.
No por mucho tiempo porque recordemos que el muchacho está de gira, y hace un par de días tuvo un concierto en Noruega, y se lió petarda. Tanto, que no declararon el estado de sitio de pura casualidad. El resultado de la histeria:
DA MIEDO. DE VERDAD.
Y ayer tras su concierto en París, el Mesias Canadiense se estampó la cabeza contra un cristal, rollo tontaina. Menuda manera de acabar la semana.
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