9 de noviembre de 2010

Adios, querido



Dicen que las desgracias nunca vienen solas. Una de las solteritas me ha llamado a media tarde, para contarme lo horripilante de su día. Si ya lo dice mi abuela, 'en martes, ni te cases ni te embarques'. Bueno, pues mi solterita justo desembarcaba, y tras un problemón con el equipaje (ains, como echo de menos el trajín de aeropuertos) y varias llamadas al servicio al cliente de cierta compañía aérea de bajo coste sin una respuesta esperanzadora, la solterita en cuestión ha cogido su iPhone para mirar el correo. Perfecto, dos ofertas de trabajo rechazadas con ese amable 'lo sentimos, pero tras revisar su currículum, la empresa ha decidido no seguir con el proceso de su candidatura' (que majos, al menos te clavan un puñal trapero con una sonrisa). Para más inri, su compañero de piso no había hecho la compra, así que no tenía nada que comer (eso me recuerda a cuando abres la nevera y solo encuentras un limón y un bote de bicarbonato, super típico). Ya en el bar más cercano, comiéndose un pintxo para poder seguir la tarde (recordemos, sin equipaje y con el puñal del rechazo laboral sobre su espalda), decide ir a hacer unas fotocopias de su currículum (por si queda algún sitio donde no ha echado aún) y otros documentos. Aquí es donde llega el dramón.

Solterita: No te lo vas a creer... ¡Se va!
Lili: ¿Quién?
Solterita: ¡Mi copistero!
Lili: ¿Tu qué?

El copistero. El infravalorado chico de las fotocopias. Por lo visto, durante todos sus años universitarios, la solterita imprimía/fotocopiaba sus documentos en el mismo sitio. Y allí era donde estaba su querido copistero, que según ella, se parecía al actor Topher Grace (Spiderman 3, In Good Company), así que desde ahora le llamaremos Topher.

Solterita: En serio, llego y resulta que está dejando el trabajo, iba a cobrar el finiquito.
Lili: Pero... ¿Cómo sabes de él?

Porque siempre iba a hacer las fotocopias al mismo sitio, aprovechando su horario de trabajo. Del copistero sabía el nombre, y que según ella, había miradas lascivas (en ocasiones con ciertas dosis de romanticismo). 

Solterita: Te lo juro, ¿cómo que se va? De verdad te lo digo, es muy fuerte. ¿Y ahora dónde hago yo las fotocopias? El otro que trabaja con él es un tonto del culo.

Lo fuerte de todo esto es que, en ningún momento, se le ocurrió decirle nada al pobre Topher (además, por cierto aunque se desvíe de tema -o no-, en ese momento iba escuchando la canción 'Desesperada' de Marta Sánchez y la cantante mexicana Belinda en la nueva versión de la primera) He intentado entender por qué, después de seis años, no habían hablado ni nada.Y esto me ha llevado a pensar a por qué la gente tarda tanto en reaccionar en temas amorosos. Quiero decir, ¿por qué no aprovechar la ocasión? La Solterita ha tenido seis años para poder hablar con Topher, que encima aporta las miradas lascivas. Hoy le ha visto cobrar su finiquito. Ni las maletas, ni los trabajos no conseguidos, nada. Solo importaba que Topher se marchaba, y posiblemente para siempre. Así, con voz de ovejita Norit me dice que es como si se le hubiese vaciado el corazón. Amigos míos, aprovechad el momento, porque una vez que se pierde, se perdió. Decían en esa gran película que es El Club de los Poetas Muertos:

Coged las rosas mientras podáis, veloz el tiempo vuela,
la rosa que hoy admiráis, mañana estará muerta.

Pues lo dicho, ánimo y Carpe Diem.

2 comentarios:

Sarita dijo...

Gran post. Carpe díem (salvo cuando me toca a mi aplicarlo, claro)

Lili dijo...

Todos pecamos de no aplicar el carpe diem a nosotros mismos. Eso sí, para el resto si que es una opcion ;)